sábado, 13 de febrero de 2010

Año de nieves, año de bienes

Año de nieves, año de bienes es un refrán popular que se puede aplicar este invierno y también al Centro de interpretación de gastronomía Alpujarra pues desde que empezó la obra hemos tenido más días de lluvia, frío y nieve que de sol.

Año de nieves, año de bienes es un dicho positivo que en épocas de cambio es bueno recordar pues ya se sabe que la economía tiene mucho de psicológico y los estados de ánimo se alimentan con el pensamiento, así que cuando veo llover prefiero pensar que el tiempo augura prosperidad para el negocio y esto levanta los ánimos y ayuda a vencer las dificultades propias de las obras.

Claro que también ha habido días más luminosos donde el sol se refleja en las cumbres nevadas destacadas en un cielo azul intenso, cuando llega el atardecer es cuando se dibujan las montañas del Riff al Norte de África, como lejanas naves o nubes flotando en el horizonte.

La primavera se anuncia con una leve nevada donde apenas se distinguen los tonos rosados o blanquecinos de los almendros en flor; los copos que descienden lentamente, velan las montañas ocultándolas a la vista.

Cuando parece que todo blanco está y que va a ser una nevada de gran calado, la subida de las temperaturas voltea la nieve en agua que con fuerza cae, golpea la cristalina superficie hasta que todo rastro níveo desaparece y las canales empiezan a sonar formando chorreras por las calles.

Los tinaos de las calles tienen una función de proteger al viandante de la lluvia, en estos días los campesinos no tienen faena en el campo, la naturaleza los alimenta y después de alimentar a los animales domésticos aprovechan para preparar leña para las chimeneas.

foto: flickr
Antiguamente los golpes de hacha y actualmente la motosierra ponen el sonido habitual en la vida cotidiana; en día de lluvia son los tinaos, el punto de encuentro de vecinos donde intercambiar las últimas novedades del pueblo.

El tinao es el lugar idóneo para partir las almendras, nueces, etc. y así tenerlas listas para la comida.

He visto a mi vecino limpiar de broza un resto de garbanzos de la tierra, que me ha explicado que son más pequeños y la mata echa menos pero a cambio son más resistentes a las sequías y a las plagas ya que el cultivo de esta legumbre no requiere mucho cuido, aguanta hasta quince días sin riego pero produce menos semilla y por eso los pocos cultivadores prefieren el garbanzo importado.

El garbanzo autóctono alpujarreño, semilla heredada de los antepasados, resulta muy tierno y cremoso aunque el tiempo de cocción es más prolongado que se puede aliviar aumentando el proceso de remojado previo y añadiendo una bolsita de cola de caballo que aporta minerales, como el Silicio, que aceleran el cocinado.

Así que en días de lluvia un buen plato de potaje aporta la energía necesaria para incluso buscar "el trébol de cuatro hojas".

Y es bueno recordar que después de un día de lluvia siempre sale el sol, también en todos los procesos de la vida.


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